miércoles, 26 de diciembre de 2012

Las Leyes de la Frontera

Recomendado por un compañero bloggero, el libro de Javier Cercas Las Leyes de la Frontera es una hermosa y cruda historia acerca de cómo la elección de tu destino y que la suerte esté de tu parte (bien para alcanzarlo o bien para salvarte de él) están tan íntimamente ligadas que varias personas que en determinado momento juegan un papel similar pueden llegar a tener un final totalmente distinto. Por una palabra, por un gesto, por un tropezón. Por compasión o por un padre. Puede que por un conjunto de casualidades. O quizás por nada en particular. 

Aunque la trama gira en torno a un delincuente ficticio e irredento (el Zarco) elevado a la categoría de mito (a modo del Vaquilla) y una muchacha del grupo (Tere), el epicentro del relato es un chico de clase media (Ignacio Cañas, el Gafitas) al que la inseguridad de la adolescencia y algunas circunstancias aleatorias le llevan a conocer a una pandilla de quinquis (hijos de inmigrantes del campo que viven en la indigencia en la ciudad), a buscar su compañía y a seguir sus correrías, con el sentimiento de invulnerabilidad que experimentamos a esa edad. Con el conocimiento de que que pasan cosas malas, pero con la seguridad de que siempre es a otros. Se forma entre ellos una peculiar amistad (y un singular enamoramiento) que le marca profundamente como persona.


Es también la historia de tantas y tantas familias de inmigrantes rurales y analfabetos que llegaron a la ciudad buscando un futuro mejor y vivieron en la pobreza más absoluta en la recién estrenada democracia. Y la historia de tantos y tantos de esos niños miserables que caminaron con claridad y firmeza hacia el desastre sin que nadie se molestara (o acertara) en evitarlo. La llamaron "La Generación Perdida". Perdida, sí: entre rejas o bajo tierra.

"Deja esto. Ábrete, tío. Ya has visto todo lo que tenías que ver, esto no da más de sí, ¿no te das cuenta?. Más pronto que tarde nos pillarán (...). Nosotros no tenemos donde elegir, solo tenemos esta vida, pero tú tienes otra. No seas gilipollas: déjalo."

"No se engañe: Él no tuvo ninguna oportunidad. Ninguna. Nosotros se las ofrecimos todas, pero él no tuvo ninguna.(...) ¿Qué oportunidades de cambiar tenía un chaval que nació en una barraca, que a los 7 años estaba en un reformatorio y a los 15 en una cárcel? Yo se lo diré: ninguna. Absolutamente ninguna."

Ambientada fuera del más duro "periodo quinqui", evidencia la incredulidad de la policía en los 70, cuando la delincuencia juvenil todavía apenas sí despuntaba, para después dejar un paréntesis de ausencia en el boom  salvaje de los 80 y pasar directamente a los 90, década en la que de nuevo la vida propicia un reencuentro de algunos de los personajes, 20 años después, cuando ya pocos de los muchachos de aquella época quedan, ni libres ni vivos.

Sin rencor, sin acusaciones, en la piel de un escritor que se documenta para un libro hablando con los protagonistas de la historia, se menciona la manga ancha con la que contaba la policía a la hora de actuar con los detenidos en comisaría. También deja patente la ineficacia de la justicia de la época para encauzar el problema y reinsertar socialmente a los muchachos que con 16 años daban con sus huesos en las cárceles, con condenas quizás no muy largas para un hombre maduro, pero para los que los tres o cuatro años que les caían por un atraco eran suficientes para hacer la transición de niños-adolescentes necesitados de orientación y futuro, a hombres endurecidos y sórdidos, tras la convivencia con delincuentes y drogadictos adultos. Hombres jóvenes que no habían conocido más vida que la delincuencia y la prisión, mucho más difíciles de readaptar. Eran, en cierto modo, condenas de por vida. "Yo pasé por el trullo, pero el trullo pasará por tí, te pasará por encima", le advierte uno de los protagonistas a otro.

Como curiosidad, decir también que se han utilizado algunos detalles accesorios que se asemejan sorprendentemente a cierta historia real. Me refiero a un director de cine homosexual que se hace famoso con una saga de películas quinquis, enamorado de su estrella (al que se rumorea que adopta legalmente) y finalmente perdido en las drogas (si bien el que tengo en mente sobrevivió a la tormenta).


Debo disculparme: tal y como ha transcurrido este post, parece la simple y romántica historia de un delincuente juvenil,  llena de idealismo y victimismo social. No lo es en absoluto. Es compleja, matizada y desequilibrada, irregular y parcial como lo son los personajes, que sufren por ello todas las consecuencias humanas de sus propios miedos, anhelos, triunfos y fracasos.

Quizás las únicas certezas que quedan tras el relato son, por un lado, que hay hechos de nuestra vida que nunca conseguiremos comprender, dudas que nunca despejaremos, y personas que a pesar de ser profundamente íntimas para nosotros, jamás conseguiremos descifrar; y por el otro, que no existe la verdad (la absoluta, la indiscutible), ni existe un sólo punto de vista acerca de qué está bien (o mal), si tan solo nuestra versión del mundo. La de cada uno. Y esto, o lo que en determinado momento demos por cierto, por objetivo, por real, es lo que pasa a conformar nuestro recuerdo tanto como determinar nuestro futuro.

martes, 30 de octubre de 2012

Descarga de la película Navajeros

Os dejo el enlace a la película Navajeros, de Eloy de la Iglesia (1981), con José Luis Manzano como protagonista. Esta entrada me está trayendo de cabeza porque al canal de Youtube donde la subieron están eliminándole las películas y probablemente acabarán cerrándoselo. Cuando la he subido yo me han bloqueado también a mi. En fin, espero que con este enlace podáis verla y descargarla. Si tenéis algún problema no dudéis en informarme.

¡Espero que la disfrutéis! :)

http://www.shurweb.es/videos/colegas/



El canal que os comento en Youtube es éste, de Alejandro González:
https://www.youtube.com/feed/UCBkXFazfQCgUZfzp1cyMI0w/u

En él podéis ver casi todas las películas del género, aunque ya os digo que se las están borrando y no sé cuánto durará.


¡Un saludo!

miércoles, 3 de octubre de 2012

José Luis Manzano Agudo (segunda parte)

(continuación...)

En 1987 rodará su última película, La estanquera de Vallecas. Vuelve a ser un éxito y posiblemente es la más recordada de este género, en parte por su carácter de comedia de sobremesa. Nuevamente José Luis se luce en el papel, aunque físicamente ya se le ve algo desmejorado. El argumento consiste en el intento de atraco por parte de un albañil en paro y un macarrilla a un estanco con una dueña de órdago, en el que por supuesto nada sale como debiera. Es una película entretenida y con puntos muy divertidos, aunque entra en la clasificación de "drama". Es bastante castiza también. Trabajan en esta película Emma Penella, Fernando Guillén, José Luis Gómez y una jovencísima Maribel Verdú, que dicho sea de paso, junto con Enrique San Francisco, son los supervivientes que quedan de los actores del género quinqui (si bien Enrique podría decirse que estuvo a punto de no contarlo tampoco).


Tras esta película, la vida personal de Manzano se desmorona. Eloy se ve obligado a dejar el mundo del cine, completamente superado por su adicción a la heroína, hasta el punto de perder la relación con todos sus conocidos y huir de Madrid, abandonando a José Luis en Madrid. José Luis Fernandez Pirri es encontrado muerto en un descampado en la primavera 1988. Él mismo está tan enganchado que su matrimonio con una joven que conoce durante el rodaje de La Estanquera de Vallecas apenas dura unos meses.

Se suma a su desgracia la campaña de "limpieza" que se siguió en los medios de comunicación estatales y que denunciaron importantes profesionales como Gonzalo Goicoechea: [...] en PRISA aplican sin piedad una política no escrita y que negarán – no es zorro el [Juan Luis] Cebrián-: nadie que haya tenido problemas con las drogas puede ser contratado bajo ningún concepto [en ningún medio de comunicación dependiente del Grupo Prisa]. Debe referirse la norma a los exheroinómanos, dada la cantidad de cocainómanos y alcohólicos que trabajan para LA MÁS PODEROSA. Son notorios los rumores y denuncias acerca las relaciones entre las instituciones públicas y el tráfico de heroína (se acusa al gobierno y a la policía de utilizar la droga como elemento de control de masas, especialmente de las bandas de jóvenes delincuentes que proliferan como setas), y el gobierno, que en esta época todavía subvenciona el cine y la televisíón, se esfuerza por retirar de la vista todo y a todos los que supusieran una vinculación o nos hicieran recordar el pasado, deprisa y en silencio.

Así pues, José Luis, terriblemente adicto a la heroína, sin su padrino Eloy y sin nadie que le ofreciera una posibilidad para seguir trabajando en el cine o la televisión, lo perdió todo y pasó, literalmente, a dormir en la calle y mendigar. A partir de este momento, la vida le da muy poquitas oportunidades, y por desgracia fue totalmente incapaz de salvarse de sí mismo. Un cura de Getafe llamado Pedro Cid lo reconoce en la calle y lo introduce en un programa de ayuda a drogodependientes. Ramón Colom le consigue un trabajo de becario en la productora Spinto TV. Con este apoyo, durante 1990, José Luis se recupera notablemente de su adicción a la heroína, aunque la cocaína, fruto del speedball en el que entraban muchos heroinómanos, se convierte en su nueva pesadilla. También está psicológicamente hundido, consecuencia natural de la deshabituación: su cerebro ya no produce los químicos que nos producen alegría.

En junio de 1991 José Luis busca un camello que le pueda pasar algo de cocaína. Encuentra a otro drogadicto que le ofrece llevarle, pero en el camino éste individuo atraca a un peatón, que resulta ser además guarda jurado. José Luis no se implica en el suceso, hecho reconocido tanto por la víctima como por la policía, pero a pesar de esto y de no tener antecedentes, recibe un castigo ejemplar y es condenado a 18 meses de cárcel, primero en Carabanchel y después en régimen abierto en Yeserías. Este fue el mazazo definitivo para el frágil estado mental y la vida de Manzano. En la cárcel, conviviendo con un enorme número de drogadictos, vuelve a caer en la heroína, y esta vez ya no conseguirá superarlo.

A punto de salir de prisión, concede una tristísima entrevista a Interviú pidiendo a todos aquellos que estuvieron a su lado cuando era un actor de éxito, que le den una oportunidad para volver a trabajar, para volver al cine. Pero nadie se la dio. En enero de 1992 sale de la cárcel y entra en un sanatorio de Móstoles para tratar de desintoxicarse de nuevo, con el único apoyo de su madre, Pedro Cid y el periodista que lo entrevistó en la cárcel. Sin embargo no consigue adaptarse al estricto régimen y a la soledad del centro, y llama desesperado a Pedro Cid para que lo recoja. Cuando el cura ve el mensaje, horas más tarde, llama a la clínica, donde le informan de que José Luis ha abandonado el centro.




Manzano se refugia en uno de los pisos propiedad de Eloy de la Iglesia en Madrid, en la calle Rafael del Riego. Es allí donde el mismo director lo encuentra, el 20 de febrero de 1992, sentado todavía con una jeringuilla clavada en la rodilla. José Luis tenía entonces 29 años. Eloy, horrorizado y fuera de sí, avisa a la portera para que llamen a una ambulancia y huye del lugar escondiéndose en casa de un amigo hasta que es reclamado por la policía. Dos días después Manzano fue enterrado en Madrid. Los servicios sociales se hicieron cargo de la sepultura. En 2002, por impago de la renovación, sus restos fueron incinerados y depositados en la fosa común.

Y así, José Luis Manzano Agudo fue definitivamente arrojado al olvido.

José Luis Manzano y su padrino Eloy de la Iglesia, en casa de éste, justo antes del estreno de su primera película (y su primer éxito): Navajeros.
Las personas que lo conocieron afirman que pese a sus problemas, era un hombre sencillo, humilde y de buen corazón. La verdad es que su cara es de buena persona. Así es como quiero recordarlo yo: joven, cándido, ilusionado planeando el futuro, estrenando proyectos, y todavía libre de la esclavitud de la droga.

Gracias, José Luis.

martes, 2 de octubre de 2012

José Luis Manzano Agudo (primera parte)

José Luis Manzano Agudo es probablemente el mejor actor y más representativo del género quinqui, a pesar de la limitada filmografía que realizó. También se dispone de (relativamente, en comparación con otros) bastante información acerca de su vida, aunque mucha es discutida o discutible, y las mentiras abundan. Pese a su talento y su éxito, tuvo, en términos generales, una vida trágica y desgraciada. Sus rizos infinitos, su mirada atormentada y su sonrisa tímida también lo convirtieron en un icono sexual de la época, cuando por primera vez en el cine "para todos los públicos" llega la revolución de los desnudos masculinos.


José Luis nació en la villa de Vallecas el 20 de diciembre de 1962, en el seno de una familia de inmigrantes de Toledo muy pobre. Es el menor de 8 hermanos y su madre pronto se ve desbordada por la situación. Nunca fue al colegio, pasando su infancia entre Vallecas y una parcela en Arroyo de la Gavia, por lo que no recibió ni educación básica, y con tan solo doce años ya trabajaba como mozo de carga de una taberna, a consecuencia de lo cual se astilla la columna y está hospitalizado durante meses. Precisa de varias operaciones para recuperarse, y sufre secuelas el resto de su vida. 

Eloy de la Iglesia, director de cine reputado, rompedor (y homosexual declarado), pasea por los suburbios  de Madrid buscando chavales para su próximo proyecto: planea hacer una película basada en la vida del joven delincuente Jaro. Dijeron en las entrevistas de la época que Manzano y de la Iglesia se conocieron en el casting que éste convocó para la película, pero lo cierto es que para cuando empezó el rodaje, que José Luis tenía 16 o 17 años, hacía ya dos que vivía con Eloy. Cada uno puede sacar sus propias conjeturas y hacer sus propias suposiciones acerca de estos hechos. En cualquier caso, Eloy subvenciona la educación de José Luis, que aprende a leer y escribir, si bien no con la suficiente soltura como para doblar su propia voz en esta película, por lo que es doblado por Ángel Pardo.



Navajeros se estrena en 1980 y es un éxito nacional. Además de estar basada en la vida real de El Jaro, es una película muy movida, entretenida, llena de acción, y hay que tener en cuenta también que en esta época el tema está muy de actualidad. El género todavía no se califica de "quinqui", esto es algo que se hará con el tiempo, pero la delincuencia juvenil es un problema acuciante que tiene en jaque a la policía, que no da a basto; desbordados a los juzgados, que se ven incapaces de enfrentarse al problema con un sistema penal desfasado; y a toda España, que no sabe cómo contener a estos chiquillos nacidos de la derrota y la necesidad, y criados sin normas y sin miedo.


El año siguiente (1981) José Luis rueda Barcelona Sur. Es una película más bien mala, a la que sólo he tenido ocasión de echarle un vistazo con una calidad de imagen aún peor. Es la única que rodará bajo la dirección de otro director que no sea Eloy de la Iglesia (con una breve excepción en la serie televisiva Los Pazos de Ulloa, 1985), de quien se convierte en actor fetiche y exclusivo. Con el tiempo, esto le cerrará muchas puertas a José Luis, pero siente que está en deuda con él, que ayuda también a su familia, pagándole un piso a su madre para que viva con dignidad, y accede a esta mutua relación de dependencia.

En 1982 rueda con Eloy la película Colegas. Los personajes conservan el nombre real de los actores que los interpretan, y se dice que fue una película rodada "entre amigos" (los actores elegidos tenían bastante relación también fuera del plató). Había muy buen rollo en el rodaje, y creo que esto se tradujo en el resultado final. Eloy vuelve a romper todos los tabúes de la época, introduciendo en el argumento de forma casual y aparentemente inocente temas tan sórdidos como el tráfico de drogas, la venta de bebés, la homosexualidad o la prostitución. Sin embargo el resultado es ligero y ameno, la película está muy bien, y los protagonistas, además de Manzano, son nada más y nada menos que los hermanos Flores (Rosario y Antonio), Enrique San Francisco y José Luis Fernández Pirri, lo que sube el caché de forma considerable. Los diálogos y el argot, a cargo del omnipresente Gonzalo Goicoechea (guionista de todas las películas de Eloy) siguen siendo sonando actuales incluso hoy, después de casi 30 años.


 

Es en torno a esta época cuando todo el reparto, director incluido, comienzan a asomarse al abismo de la heroína, del que muchos ya no saldrán, entre ellos Manzano. Es una pena que por aquél entonces se tuviera tan poca información y no se conocieran los devastadores efectos y la altísima adicción, tanto física como psicológica, que produce esta droga. Quiero pensar que si hubieran visto el estado de los pocos zombies vivientes que quedan todavía en nuestras calles, yonquis supervivientes de aquellos años, se hubieran pensado muy mucho el empezar, y seguiríamos teniendo a Manzano. Probablemente habría llegado a ser un reputado actor de talla internacional, ya que tras el estreno de la película El Pico, que fue un taquillazo en muchísimos países, despunta fuera de nuestras fronteras.

El Pico se estrena en 1983 (¡¡las cosas que hacía ya la gente cuando yo estaba llegando al mundo!!) y es el mayor éxito de Eloy de la Iglesia. Como ya he dicho, traspasa fronteras, siendo un éxito de taquilla allá donde va. Desde EEUU, donde deslumbra al público, se le ofrece a José Luis una beca para estudiar interpretación. Es la más oscura de las películas rodadas con José Luis hasta ahora, y se nota que la droga está pasándoles factura a todos en el plano emocional. Aún así Manzano hace una interpretación impresionante, no bajando ni un ápice la calidad. También cambia de registro, interpretando aquí a un muchacho de familia media, hijo de un guardia civil. La trama se centra principalmente en las tensas relaciones con su padre y el problema de la droga. Parece que la idea inicial de Eloy era rodar una película de amor entre un "picoleto" y un "abertzale", pero la censura de la época impidió que se llevara a cabo el proyecto. Por ello Eloy dejó las cosas en la amistad entre Paco (hijo de guardia civil) con Urko (hijo de político abertzale), aunque vuelve a poner el dedo en la llaga mezclando, además de algo de política relacionada con el País Vasco y el terrorismo, las drogas (aviso para navegantes con grima: escenas duras de jeringuillas chutando venas en primeros planos y sin pudor, con parsimonia y todo detalle) y una dura denuncia de las relaciones entre el narcotráfico y la policía.

Festival de Donosti, con la película El Pico. Manzano con traje claro a la izquierda. A su izquierda, Eloy de la Iglesia se ajusta el puño de la camisa. Javier García ("Urko") está en el centro, entre dos mujeres, también con traje claro. Justo detrás de él, Enrique San Francisco.
El bombazo es tal que no puede si no esperarse una segunda parte. El Pico II se estrena el año siguiente (1984), y aunque podría pensarse que sólo se aprovecha el tirón de la primera parte, para mí está a la altura. Quizás no sea tan profunda, y algunos actores del reparto son sustituidos (el comandante Torrecuadrada, por desacuerdos relacionados con el doblaje, si no me equivoco), pero el elenco principal sigue siendo el mismo, y la trama varía al desvincularse Paco de la asfixiante presencia de su padre, cosa que se agradece. Se cuenta además con la presencia de actores de la talla de Valentín Paredes, Gracita Morales o José Luis Fernández Pirri. La trama continúa con Paco y sus problemas, que los lía más que los resuelve, y en esta película Eloy denuncia los sobornos a las autoridades, la lamentable situación de los presos en las cárceles españolas y de nuevo la relación de autoridades con el tráfico de drogas.



(continuará... ¡segunda parte!)

domingo, 30 de septiembre de 2012

Pirri´s Adventure

Navegando encontré esta review tan divertida y después de unas buenas risas no he podido evitar copiarlo y compartirlo con vosotros. Se trata de un supuesto nuevo videojuego que van a sacar, basado en Pirri como protagonista y la vida quinqui como argumento.

Este es el enlace al foro donde podéis encontrar publicada la supuesta noticia: 

El juego en sí, llamado Pirri´s Adventure, está creado por la "compañía" Heroin Games. El reportero que cubre la novedad se desplaza a la sede de Heroin Games y... bueno, leéroslo con una buena dosis de humor, imaginación e ironía en vena.

PIRRI´S ADVENTURE


La recién fundada compañía Heroin Games, afincada en Madrid, nos ha invitado a su sede para enseñarnos  en exclusiva, universal y cósmica, su primer proyecto: Pirri´s Adventure. Un juego de rol en primera persona que pretende ser un homenaje a la forma de vivir del inigualable artista José Luis Fernández, más conocido por todos como “El Pirri” y que, siempre según sus creadores, “pretende revolucionar el mundo de los videojuegos e incluso su misma venta, corte y trapicheo”.

Para probar este curiosísimo título nos desplazamos en “Kunda” hasta su sede, localizada en el colorista barrio madrileño de Las Barranquillas. Con la cartera en los calzoncillos y acelerando el paso lo más posible logramos llegar a la chabola donde Jonathan Robledo, el fundador de Heroin Games y diseñador de este Pirri´s nos espera escopeta en mano fumándose un chino.

Después de entrevistar a Jonathan, hablar del juego y probar la versión Beta del Pirri´s Adventure durante varias horas no sé muy bien qué pasó, sentí un pinchazo en el brazo y me desperté al día siguiente desnudo y con tatuajes por todo el cuerpo en un descampado cercano, pero esa es otra historia que me da mucha vergüenza contarles.


Si algo nos ha quedado claro es que Heroin Games no es una casa de programación al uso y que sus productos tampoco lo van a ser. Un videojuego que trata, o mejor dicho, se regodea en la adicción a los narcóticos, la vida del quinqui castizo, la universidad de la calle, la sodomía carcelaria y la prostitución masculina es algo, como mínimo y Marios aparte, muy novedoso y que posiblemente no sólo marque un antes y un después en el mundo del videojuego sino que es posible que genere un escándalo de proporciones colosales en el que hasta el Ministro de Exteriores deba intervenir.

“Elegimos a Pirri porque era un tío de puta madre y ahora parece que nadie se acuerda de él, ni de su legado, ni de su gran arte; pero sobre todo como  homenaje a una época, en concreto la movida madrileña y a lo quinqui, que aún no se ha tocado el tema  en las maquinitas, aunque el último Call of Duty tenga mucho de Almodovar y de McManara” Nos asegura Jonathan “Si la jugada sale bien vamos a hacer como el resto de grandes empresas: cambiamos cuatro cosas y empezamos a sacar juegos como churros sobre El Vaquilla, El Lute o Evaristo y nos vamos a vivir a Ibiza y montamos un chiringuito playero, aunque tengo que decir que todos ellos hacen su aparición en este juego sin necesidad de parches ni “deleces” o como se llamen… ¡Si por salir sale hasta Santiago Carrillo y Adolfo Suarez!”


“Hay que volver al Cine Quinqui, España lo pide a gritos, es más en Heroin Games tenemos la más firme intención de crear un nuevo género en el mundo de los videojuegos: El  género Quinqui. Creemos que estamos haciendo algo muy grande que va a cambiar muchas ideas preconcebidas” continúa.

“Lo nuestro no sé si es pura ambición, genialidad desbocada o nos viene todo de los problemas con las adicciones que tenemos en el estudio: Quien más quien menos es un poco politoxicómano. Pero vamos a arrasar: 800 horas de juego, escenas de “El Pico” o “Colegas”, mapa de España a escala 1.1, 200 tipos de navajas, 40 de jeringuillas, cinco Seats, 1200 temas musicales de la época desde “cómete una paragüaya” hasta “Satanasa” y la promesa de libertad total y realismo más absoluto. Bethesda se está cagando de miedo porque nosotros no estamos en venta, somos muy punkis y los tenemos muy gordos aunque el jako de impotencia” Continúa nuestro amigo Jonathan.
¿Y qué hay de la mecánica?, ¿En qué va a consistir el juego? Pregunto, a lo que un cada vez más nervioso Jonathan responde “A grandes rasgos empezaremos en la infancia de Pirri y sus primeras experiencias en el mundo del cine quinqui y el de los opiáceos, casi un tutorial que durará en torno a las 6 horas. A partir de allí iremos creciendo como Marco, con el mono a cuestas, y dependiendo del jugador desarrollaremos otras habilidades como hurto, robo con violencia, atraco a mano armada, chapas en urinarios, y podremos desbloquear algunos logros como “Politoxicómano”, “ojal roto”, “Libertad condicional”, “navajazo en el culo” y tantos otros. La clave es poder mantener nuestra adicción sin sufrir síndrome de abstinencia, que es uno de los finales del juego, para ello podremos realizar varios cientos de miles de misiones secundarias para podernos pagar el vicio, sea por la vena, sea por la nariz o por ambas.”
“A partir de ahí te tienes que buscar la vida, este es un juego, como nos gusta decir a nosotros que ilustra y educa sobre “la universidad de la calle”, y prometemos sorpresas y aventuras de todo tipo, desde poder asistir a un concierto de Ramoncín, escaparnos de Proyecto Hombre, pasar una temporada en la antigua cárcel de Caravanchel, bajarnos al moro, participar en los rodajes de Eloy de la Iglesia, ganar un premio Goya, hacernos concejal de cultura… Libertad y realismo, te lo repito para que les quede claro a tus lectores de Meristastions o los que sean” continúa Jonathan.
“Vente conmigo al laboratorio que te vas a flipar chaval” Me dice mientras bajamos a un sótano oscuro donde un cartón con las palabras “veta testing lav” no me sugiere nada bueno.
“ Oye tío, quieres algo para probar el Pirri algo más a gustito? Me pregunta Jonathan a lo que debo contestar que no, que muchas gracias pero que ya he desayunado un Cola-Cao.
Como me temía la “sala de los beta testers” no es más que una habitación mugrienta y húmeda con varios colchones y dos 386 (sin ni siquiera tarjeta de sonido) y media docena de sospechosos individuos en chándal que no paran de pedirme cigarrillos y dinero para el bus.
“Tú tranquilo que están en un programa de metadona por orden judicial y así nos hacemos un favor mutuo ¿Sabes? Lo de los ordenatas es para estar seguros que nuestro Pirri va a funcionar en cualquier equipo y fíate de mí macho, la música es de puta madre, cojón de mico: Eskorbuto, la polla records, Ramoncín, Miguel Ríos…” Me intenta tranquilizar Jonathan sin conseguirlo y me pone una cinta de Cicatriz para “que me haga una idea del buen rollo musical”
“Por fin la universidad de la calle en tu PC” me grita al oído mientras arranca el juego.  Enseguida se va la luz y comienzan a saltar chispas de una caja de fusibles con más empalmes que C3P0. Después de tres horas logran hacer un apaño y podernos encender el ordenador. Jonathan vuelve a gritarme lo de la universidad de la calle cada vez más excitado y yo espero que me llame Mr.Fucksia, Mr.Red o quien sea para sacarme de semejante agujero.
Empezamos el juego en la chabola familiar a la edad de 10 años y tengo que reconocer que los gráficos se muestran realmente apabullantes. Si ha habido una representación de la miseria más intensa y conmovedora ha sido en este Pirri. Cojo 2000 ptas. del cajón de la abuela y decido forzar el motor para ver si Heroin Games promete todo lo que dice. Con ese dinero me desplazo por un Madrid representado con un mimo exquisito y llego a Atocha donde compro un billete de tren para Bilbao. Misión conseguida. Se nos ofrece la opción de saltar el viaje o vivirlo a tiempo real en nuestra plaza de tercera provincial. Como no me atrevo a pasar las siguientes ocho horas en ese sótano mirando el paisaje nos lo saltamos llegando a Bilbao en un instante.
El juego nos informa que hemos ganado +3 de “Renfe”, +1 de “ansias de libertad” y un +3 de “vas a matar a disgustos a tu familia”. El motor gráfico es espectacular y Bilbao en su etapa más gris plomiza con sus punkis y sus altos hornos cerrando o a punto de cerrar sobrecogen. ¡Bravo por Heroin Games! Allí decido acudir a un concierto de Eskorbuto y las Vulpess que anuncian en carteles por la calle, mientras me maravillo de la “Libertad y realismo” del que nos avisaba Jonathan.
Desgraciadamente una pareja de guardia civiles me para y al ver que soy menor de edad me mandan de vuelta a Vallecas. Pierdo -5 de “relación con las fuerzas policiales” pero gano un +7 de “Rebeldía quinqui”. En Vallecas decido empezar en el mundo de lo bueno y gracias a unos amigos comienzo a cabalgar en el famoso caballo marrón afgano, adquiriendo enseguida el “perk” de “Adicción” y subiendo de nivel. Con mi nueva condición de delincuente juvenil comienzo a aprender a robar bolsos de viejas, hacer chapas en urinarios y acudir a robar carteras a los conciertos de Ramoncín. ¡El auténtico mundo de la movida madrileña y la sabiduría quinqui!
En una de mis misiones en los urinarios me hago amigo de un director de cine que me ofrece salir en su próxima película, con ambos trabajos ya tengo pagado el vicio para varios meses y me concentro en ganar experiencia, seguir subiendo de nivel y adquirir el utilísimo “perk” “Movida madrileña a saco pako” que me abre las puertas de las mejores fiestas y discotecas, donde llego a conocer hasta a Alaska, a Fernando Savater y hasta a los hermanos Calatrava.
Hasta el momento todo lo que he visto, tanto en narrativa, como en gráficos, como en mecánica me tiene maravillado. Estamos ante una obra maestra, quinqui sí, pero maestra también. Desgraciadamente cometo el error de ilusionarme y emocionarme demasiado, me despisto y en un robo a un estanco me pillan con todo el negocio encima y me mandan para Carabanchel. Una ruina de un año.
Esos meses resultan especialmente terribles. No sólo todas las tareas, desde limpiar los váteres a barrer la celda, se realizan a través de larguísimos y cansinos QTM, sino que si no fuera por los estupendos videos de conocidísimas películas del género quinqui que salpican la sentencia me darían ganas de dejar de jugar.
Después de cuatro meses salgo de la cárcel, unas tres horas de juego, y es entonces cuando me dicen “que se ha acabado la fiesta, pichón”, noto un pinchazo en el brazo y pierdo el sentido.
Pirri´s Adventure, saldrá en primavera del 2014 para PC,  Gameboy  y Sega Master System.

jueves, 2 de agosto de 2012

Desarrollo urbanístico en Madrid entre 1939 y 1960

En este documento de la Universidad Complutense de Madrid podéis encontrar un acertado estudio de la construcción masiva de (infra)viviendas para combatir el chabolismo, que se llevó a cabo en Madrid en los años 40 y 50, como solución a la brutal inmigración que se produjo desde las zonas rurales a la capital.

http://www.ucm.es/info/hcontemp/madrid/vivienda.htm

En los siguientes foros encontraréis información de las antiguas ciudades de Madrid y Barcelona, con fotografías y comentarios de los habitantes de barrios que ya no existen. Son dos tesoros de información histórica:

Barcelona: http://bcn-antic.blogspot.com.es/
Madrid: http://historias-matritenses.blogspot.com.es/#uds-search-results

Y en este foro, increíbles fotos de la época, con los barrios en construcción:

http://www.urbanity.es/foro/urbanismo-mad/893-de-madrid-al-cielo-album-de-fotos-historicas-361.html

Barrio de San Blas en construcción

Citas:

"En 1956 existían en Madrid y su entorno más de 50.000 chabolas, sin contar con los problemas de infravivienda, hacinamiento y realquiler que generaron zonas de deterioro urbano de dificil solución"

"La primera legislación legal reguladora de las Viviendas de tipo social, se promulgó en 1954. La definición de este tipo de viviendas se limitó a dar superficie máxima y su coste: 42 m2 y 25.000 pesetas."

"Los criterios aplicados por el Ministerio de Vivienda no tuvieron en cuenta los problemas que se derivaban de su planes de vivienda, como por ejemplo, la segregación social, hacinamiento, chabolismo, bolsas de pobreza y masificación concentrada en la periféria de la ciudad."

"Las zonas verdes no se respetaron en el caso de que existieran y las viviendas, además de su pequeña superficie, eran de calidad tan ínfima que quince años después tenían graves problemas de grietas (...) la mayoría se han remodelado o derribado en la década de los 80."


Es difícil hacerse una idea de la vida que se llevaba. En los poblados de chabolas, por la miseria y la ausencia completa de servicios básicos, era prácticamente tercermundista; en los barrios que se construyeron para realojar a la población, por el alarmante hacinamiento, la pobreza, la ausencia de muchos padres del hogar, la virtual inexistencia de zonas verdes, los descampados... era una vida sin duda alienada. Y los niños que crecían allí, niños duros,  hijos del asfalto y el ladrillo.

jueves, 19 de julio de 2012

Historia quinqui

Para entender un poquito a estos personajes tan peculiares que poblaron nuestras calles en los 80 hay que remontarse en el tiempo hasta los años 40 y 50, la época de sus padres. 

Por entonces el franquismo y el Opus Dei iniciaron el "Plan Nacional de Estabilidad Económica". Se devaluó la moneda y se realizaron otros ajustes. El capital extranjero se vio atraído por los bajos costes laborales, la industria creció de forma notable y las zonas rurales se empobrecieron alarmantemente, creándose un gran desequilibrio entre regiones. A raíz de esto, se inició el éxodo desde las zonas rurales a la ciudad: gente pobre, analfabeta y sin cualificación en busca de un futuro mejor, que se colocaba trabajando en fábricas o limpiando. La mayoría llegaban a la ciudad sin nada más que "lo puesto", instalándose a las afueras de las ciudades, en chabolas. Eran gente de pueblo, acostumbradas a vivir en el campo, en casas con tierra bajo sus pies, no en pisos.

Cuando la situación comenzó a ser insostenible, se pusieron en marcha las Unidades Vecinales de Absorción (conocidos como UVAs) y las Obras Sindicales del Hogar, para realojar a los habitantes de estos poblados. Esto significaba que los propios futuros inquilinos de las viviendas eran los que las construían en sus días festivos. En su mayoría se construyeron sin un planeamiento urbanístico previo, lo que dio como resultado barrios llenos de carencias, compuestos por masivos bloques de infraviviendas, sin infraestructuras adecuadas, y con materiales de ínfima calidad. El barrio de La Mina en Barcelona, Vallecas, Entrevías o San Blas en Madrid (entre otros muchos, más los que continuaron siendo núcleos chabolistas), se alzaron como monstruosas pesadillas hiperpobladas. Los pisos eran pequeños, la mayoría rondaban los 50 metros cuadrados, y en ellos se hacinaban familias enteras que estaban plagadas de niños (como era costumbre en aquella época).

En estas condiciones más que precarias, se llegó a los años 70: la gran crisis mundial del petróleo hizo estragos en España. El paro se multiplicó por 9, y los primeros empleos de los que se prescindió fue de los poco cualificados. Los barrios pobres se llenaron de familias todavía más pobres. Para entonces, los hijos nacidos en la prosperidad de los 60 ya eran adolescentes que se habían criado en la calle a salto de mata (como hubieran hecho en sus pueblos). A muchos sus padres nunca los habían llevado a la escuela, o habían cursado sólo los estudios básicos. Uno de cada dos jóvenes mayores de 16 estaba en paro, la inmensa mayoría en estos barrios.

Sólo hay que añadir a esta bomba de relojería que las ciudades y sus posibilidades estaban fuera del alcance de la comprensión de sus padres, incapaces de dar en casa una educación de la que ellos mismos carecían: nunca se ha visto en las calles españolas tanta droga como se vio en aquellos años. La necesidad, la desesperanza, el deseo de evadirse, la inactividad, la falta de educación, el ambiente de liberación (estamos a finales de la dictadura franquista) y el fácil acceso a las drogas (la heroína por excelencia en aquella época, con la adicción como consecuencia inevitable) llevaron a la marginación y, con frecuencia, a la delincuencia.

Y así, nacieron los quinquis...

Quinquis ochenteros

Me declaro fan de todos los quinquis ochenteros. 

No puedo evitar que me causen una extraña mezcla entre admiración, lástima y cariño al mismo tiempo. Los "canis" (y voy a usar esta palabra para definir la nueva generación) actuales ya no estilan este tipo de macarrismo, cuando aún las vidas estaban regidas por un peculiar código de honor y cada frase no incluía una pulla. Cuando los quinquis no se enorgullecían de serlo, simplemente, lo eran. Cuando los chavales que eran callejeros lo eran por huevos, porque no tenían donde caerse muertos, y sacaban la cara porque no tenían otra opción para salir adelante en el mundo que conocían. No por elección, como ahora, que tienen una moto comprada por sus papis y que para demostrar lo macarras que son se gastan un dineral (que por otro lado los chavales de los ochenta no tenían) en "tunear" el coche, comprarse un "perro peligroso", o llenarse la cara de piercings y el cuerpo de tatuajes.

Quizás sea también una mezcla nostálgica, porque es algo que no me tocó vivír y que tampoco va a volver.

En cualquier caso, este blog está dedicado a ellos, a los quinquis ochenteros. A sus películas, que iré pinchando, y a sus actores, de los que veréis la biografía.

Espero que lo disfrutéis.